sábado, febrero 10, 2018

William Carlos Williams / Paterson, 32


Libro Tres 
La biblioteca II















            El fuego arde; esa es la primera ley.
Cuando el viento lo aviva, las llamas

son llevadas lejos. La charla
aviva las llamas. Las han

manipulado para que escribir
sea un fuego y no solo de la sangre.

La escritura no es nada, estar
en posición de escribir (ahí

es donde te agarran) es nueve décimas
partes de la dificultad: seducción

o un asunto de brazos fuertes. Escribir
debería ser un alivio,

alivio de las condiciones
que mientras avanzamos se convierten — en fuego,

un fuego destructor. Porque escribir
es también un ataque y esto significa que debe

encontrarse el modo de impedirlo — de raíz
si fuera posible. Entonces para

escribir, nueve décimas del problema
es vivir. Ellos se ocupan

de hacerlo, no por intelecto sino
por seudo-intelecto (preferir su

ceguera como pretexto para
hablar. ¡Estamos tan orgullosos de ti!

¡Un don maravilloso! ¿Cómo encuentras
tiempo para eso con

una vida tan ocupada? Debe ser fenomenal
tener un pasatiempo así.

Pero siempre fuiste un chico
raro. ¿Cómo está tu madre?)

—la furia ciclónica, el fuego,
la pesada inundación y finalmente
el costo—

Tu padre era un hombre tan bueno.
Lo recuerdo bien               

O, maldición, Doc, creo que está bien
pero ¿qué mierda significa?

Con el debido protocolo una choza será construida con doce postes, cada uno de diferentes
especímenes de madera. Estos serán clavados en la tierra, atados en la parte superior, cubiertos
con corteza, pieles o mantas bien unidas           Ahora ahí es donde se sentará el que llamará
al Espíritu del Fuego, El-Que-Descansa-Con-Sus-Ojos-Hinchados-En-El-Tiraje-Del-Humo      
Doce manittos lo cuidan como deidades subalternas, la mitad representando animales y la otra mitad
vegetales. Un enorme horno se construirá en la casa del sacrificio         calentado por doce grandes
piedras al rojo vivo.
Mientras tanto, un anciano arrojará doce cargas de tabaco sobre las piedras calientes, y de
inmediato le seguirá otro que echará agua sobre ellas, lo que provocará un humo o vapor tan potente como
para sofocar a las personas en la carpa        
            Ex qua re, quia sicubi fumus adsendit in altum; ita sacrificulus, duplicata altiori voce, ¡Kännakä,
kännakä! Vel aliquando ¡Hoo Hoo! faciem versus orientem convertit.
                Tras lo que el humo asciende a lo alto, el sacrificador grita con voz potente, ¡Kännakä, kännakä!
o a veces ¡Hoo Hoo! volviendo su rostro hacia el este.
                Mientras algunos permanecen en silencio durante el sacrificio, algunos otros pronuncian discursos
Ridículos, mientras que otros imitan al gallo, la ardilla y otros animales, y emiten toda clase de sonidos.
Durante el griterío se distribuyen dos ciervos asados.

                                        (aspirando libros)
            los humos agrios,
                        por lo que podrían descifrar       
            nublando el sentido para detectar la norma, atravesando
            el cráneo de la costumbre 
                                   hacia un lugar oculto al
            afecto, mujeres y vástagos    afecto
            por lo que arde          

Comenzó en los depósitos de automóviles de la calle de la compañía ferroviaria, en el taller
de pintura. Los hombres habían trabajado todo el día restaurando viejas puertas y ventanas manteniéndolas
cerradas porque el clima estaba muy frío. Había pintura y especialmente barniz que se utilizaba libremente
en todas partes. Pilas de trapos empapados con pintura fueron tirados en los rincones. Durante la noche,
uno de los automóviles se incendió.

                Sin aliento y de prisa
            la noche diferente (de libros) ¡despierta! Despierta
            y comienza (por segunda vez) su canción, aguardando
            la deshonra del amanecer            
                                                           No durará para siempre
            frente al ancho mar, el ancho, ancho
            mar, barrido por los vientos, el “mar oscuro como el vino”       

            Un ciclotrón, un tambor           

                        Y allí,
            en el silencio del tabaco      :     descansan amontonados
            en un tipi (un montón de libros)
                                   antagónicos,
                                                           y sueñan con la
            gentileza—bajo la maldad del silencio
            no pueden penetrar y no pueden despertar, para estar
            activos nuevamente sino permanecer—libros
                                   es decir, hombres en el infierno,
            su reinado sobre los vivos terminado

            Claramente, dicen. ¡Oh, claramente! ¿Claramente?
            Qué más claro que sobre todas las cosas
            nada es menos claro, entre un hombre
            y su escritura, en cuanto a cuál es el hombre y
            cuál es la cosa y de ambos cuál
            es el que debe ser valorado.

Cuando fue descubierta era un pequeño fuego, aunque quemaba parecía
que los bomberos podrían controlarlo. Pero al amanecer un viento se levantó y las
llamas (que pensaron estaban apagándose) se salieron de controlpropagándose por
la cuadra y avanzando hacia la zona de negocios. Antes del mediodía toda la ciudad
estaba condenada

                                   Cosa hermosa
                                               —¡toda la ciudad condenada! Y
            las llamas elevándose              

                                               como un ratón, como
                                               una pantufla roja, como
                                               una estrella, un geranio,
                                               la lengua de un gato o —

                                               el pensamiento, el pensamiento
                                               de que es una hoja, una
                                               piedrita, un anciano
                                               salido de un cuento de

                                               Pushkin       

                                                                                  ¡Ah!
                                                  
                                               vigas podridas ca-
                                               yéndose,

                                                               una vieja botella
            destrozada

            La noche convertida en día por las llamas, llamas
            de las que él se alimentaba—arrancando la página
                                                           (la página en llamas)
            como un gusano — para iluminarse
            De las que bebemos y nos emborrachamos y al final
            son destruidas (al alimentarnos). Pero las llamas
            son llamas con un requisito, un vientre propio
            que destruye — así como hay fuegos que
            arden
                        arden una vida y nunca rompen
            en llama

                                                                       Papeles
            (consumidos) desparramados en el viento. Negro.
            La tinta quemada en blanco, blanco metálico. Así sea.
            Ven belleza plena. Ven pronto. Así sea.
            Polvo entre los dedos. Así sea.
            Ven andrajosa futilidad. Vence.
            Así sea.     Así sea.

                                   Un morrillo, ojos
            en llamas en un pasillo en llamas. Una embriaguez
            de llamas. Así sea. Una botella,
            destrozada por las llamas, doblada en dos por la risa:
            amarilla, verde. Así sea—sobreviviente por
embriaguez, en carcajadas de llama. ¡Todo el fuego en llamas!
Así sea. Tragándose el fuego. Así
Sea. Retorcido de risa por el fuego,
            el fuego mismo. Así sea. Sofocando la risa por las llamas
            que se traga, risa multiforme, una
            gravedad ardiente que sobrepasa la sobriedad de
las llamas, una castidad de la aniquilación. Falsedad,
llamándose buena. Llamando bueno al fuego.
Así sea. La belleza de la arena maldita por el fuego
que fue vidrio, que fue botella: descorchada.
Imperturbable. Así   sea.

Una vieja botella destrozada por el fuego
adquiere un nuevo brillo, el vidrio retorcido
hacia una nueva cualidad, reclamando lo
indefinido. Una piedra al rojo vivo, alcanzada
por la marea, resquebrajada en finas
líneas, el brillo intacto         
La aniquilación perfeccionada: los más ardientes
            labios estirados hasta que ninguna forma sino una vasta
            muda de noticias fluye. Trago
            de noticias, fluido para la respiración.
            Grita su risa, rogando — por
una inversión de gracia en la arena
—o piedra: agua de oasis. El vidrio
manchado por arcoíris concéntricos
de fuego frío que el fuego ha legado
allí mientras se enfría, su llama
desflorada, reflorece por
la llama: una segunda llama, sobrepasa
al calor       

El infierno es fuego.   Fuego.   Apoya tu culo caliente.
¿Cuál es tu juego? Vencerte
en tu propio juego, Fuego. Sobrevivirte:
¡Los Poetas Vencen al Fuego en Su Propio Juego! ¡La botella!
¡la botella! ¡la botella! ¡Te
doy la botella! ¿Qué arde
ahora, Fuego?

¿La Biblioteca?

                                   Llamas retorciéndose, saltando
de casa en casa, de edificio en edificio

                                   arrastradas por el viento
la Biblioteca está en su camino

¡Cosa hermosa! En llamas       

                                               resistencia a la autoridad
—quema los poemas de Safo, quemados
con intención (¿o están escondidos aun
en las criptas del Vaticano?)          :

                                               la belleza es
resistencia a la autoridad        :

                                               porque fueron
desenvueltos, fragmento a fragmento, de los estuches
de papel maché de las momias dentro
de los sarcófagos egipcios        

                                               papeles voladores
de viejas conflagraciones, recogidos
al azar por los enterradores para hacer
moldes, capa tras capa
                                   para los muertos

Cosa hermosa

La antología suprimida, revivida incluso por
los muertos, tu que no entiendes nada
de esto:

            La Melancolía de Durero, los engranajes
yacen desconectados de las matemáticas de la
máquina

            Inútil.

                       Cosa hermosa, ¡tu
            belleza vulgar supera todas sus
            perfecciones!

                        La vulgaridad supera todas las perfecciones
            —salta del frasco de barniz y la vemos
            pasar — ¡en llamas!

                                   Cosa hermosa

  —entrelazada con el fuego. Una identidad
que se eleva sobre el mundo, su centro —de donde
nos retiramos echamos pequeños chorros de
                                   objeción  —y
yo con los demás, echando agua
al fuego

                       Poeta.

                                   ¿Estás ahí?

¿Cómo encontraré ejemplos? Un chico
conducía una topadora a través
de la barrera de fuego en Iwo Jima, y la giró
y regresó marcando un camino para los demás—

                                   Sin voz, su
acción honrando la llama

                                   —pero perdió, perdió
porque no hay modo de conectar
las sílabas de nuevo para encerrarlo

                       ninguna distorsión de la llama
en su propia imagen    :    anda sin nombre
hasta que un Niké viva en su honor 

Y por eso, la invención falta,
las palabras faltan:

                       la catarata de las
llamas, una catarata revertida, disparando
hacia arriba (¿qué diferencia hay?)

El lenguaje,

                       Cosa hermosa — que yo
me convierta en un tonto, llorando la falta
de dedicación

                       llorando sus pérdidas,
para ti

            Marcado, el fuego arrasó
(por un fuego sin nombre, que es desconocido incluso
para ti) sin nombre,

                       borracho.

Levantándose, con un movimiento giratorio, la persona
se hizo llama, se convirtió en la llama—
la llama se apoderó de la persona

                       —con un rugido, un alarido
que nadie soportaría (morimos en silencio,
disfrutamos con vergüenza — en silencio, escondiendo
nuestro gozo incluso entre nosotros mismos
                                               guardando
un gozo secreto en la llama que no nos atrevemos
a reconocer)

                                   un alarido de llama a
barlovento, dando vuelta la habitación — para revelar
la impresionante vista de un techo de chapas (1880)
completo, de media cuadra de largo, levantado como una
falda, retenido por el fuego — para elevarse finalmente,
casi con un suspiro, elevarse y flotar, flotar
sobre las llamas como si fuera una dulce brisa,
y majestuoso al irse, montado en el aire,
                       deslizándose
en el aire, cómodamente y lejos hasta
los crepitantes olmos que parecen inclinarse ante
él, despejando los rieles para caer
sobre los techos más allá, un rojo candente
que oscurece las habitaciones
                                               (pero no nuestras mentes)

Mientras permanecemos boquiabiertos,
sacudimos nuestras cabezas y decimos, Dios mío, ¿viste
alguna vez algo así? Como si
todo fuera salido de nuestros sueños, como lo es
de hecho, incomparable en nuestros sueños más
optimistas        

                                   La persona hundida
en el asombro, el fuego se convierte en la persona          

Pero la patética biblioteca (que no contenía
quizás, ni un volumen meritorio)
también debe desaparecer     

                       PORQUE ES SILENCIOSO. ES
SILENCIOSO POR DEFECTO DE LA VIRTUD DE QUE
NO CONTIENE NADA TUYO.

                                   Eso que debería ser
excepcional es basura; porque no contiene
nada tuyo. Te escupen,
literalmente, pero sin ti, nada. La
biblioteca está enmudecida y muerta

                                   Pero tu eres el sueño
de los muertos

                                               ¡Cosa hermosa!


William Carlos Williams (Rutherford, Estados Unidos,1883-1963),  Paterson, New Directions, New York, 1963  
Versión © Silvia Camerotto
Foto: Paterson, Nueva Jersey A History of Paterson


Book Three

The library II

Fire burns; that is the first law.
When a wind fans it the flames

are carried abroad. Talk
fans the flames. They have

maneuvered it so that to write
is a fire and not only of the blood.

The writing is nothing, the being
in a position to write (that's

where they get you) is nine tenths
of the difficulty: seduction

or strong arm stuff. The writing
should be a relief,

relief from the conditions

which as we advance become— a fire,

a destroying fire. For the writing
is also an attack and means must be

found to scotch it — at the root
if possible. So that

to write, nine tenths of the problem
is to live. They see

to it, not by intellection but

by sub-intellection (to want to be

blind as a pretext for

saying, We're so proud of you!



A wonderful gift! How do
you find the time for it in

your busy life? It must be a great
thing to have such a pastime.

But you were always a strange
boy. How's your mother? )

— the cyclonic fury, the fire,
the leaden flood and finally
the cost —

Your father was such a nice man.
I remember him well       

Or, Geeze, Doc, I guess it's all right
but what the hell does it mean?

With due ceremony a hut would be constructed consisting of
twelve poles, each of a different species of wood. These they run
into the ground, tie them together at the top, cover them entirely
with bark, skins or blankets joined close together. . Now here
is where one sits who will address the Spirit of Fire, He- Who-Lies-
Witli-His-Eyes-Bulging-In-The-Smoke-Hole . Twelve
manittos attend him as subordinate deities, half representing animals
and the others vegetables. A large oven is built in the house of sacri-
fice . heated with twelve large red-hot stones.
Meanwhile an old man throws twelve pipefuls of tobacco upon the
hot stones, and directly another follows and pours water on them,
which occasions a smoke or vapor almost powerful enough to
suffocate the persons in the tent —
Ex qua re, quia sicubi fumus adscendit in altum; ita sacrificulus,
duplicata altiori voce, Kamtaka, karmaka! vel aliquando Hoo Hoo!
faciem versus orientem convertit.
Whereupon as the smoke ascends on high, the sacrificer crying
with a loud voice, Kannaka, Kannaka! or sometimes Hoo> Hoo!
turns his face towards the east.
While some are silent during the sacrifice, certain make a
ridiculous speech, while others imitate the cock, the squirrel and
other animals, and make all kinds of noises. During the shouting
two roast deer are distributed.

                                                  (breathing the books in)

the acrid fumes,
for what they could decipher   
warping the sense to detect the norm, to break
through the skull of custom
to a place hidden from
affection, women and offspring — an affection
for the burning             

It started in the car barns of the street railway company, in die
paint shop. The men had been working all day refinishing old cars
with the doors and windows kept closed because of the weather
which was very cold. There was paint and especially varnish being
used freely on all sides. Heaps of paint soaked rags had been thrown
into the corners. One of the cars took fire in the night.

Breathless and in haste
the various night (of books) awakes! awakes
and begins (a second time) its song, pending the
obloquy of dawn      

It will not last forever
against the long sea, the long, long
sea, swept by winds, the "wine-dark sea"

A cyclotron, a sifting        

And there,
in the tobacco hush : in a tepee they lie
huddled (a huddle of books)
antagonistic,
and dream of
gentleness — under the malignity of the hush
they cannot penetrate and cannot waken, to be again
active but remain — books
that is, men in hell,
their reign over the living ended

Clearly, they say. Oh clearly! Clearly?
What more clear than that of all things
nothing is so unclear, between man and
his writing, as to which is the man and
which the thing and of them both which
is the more to be valued

When discovered it was a small blaze, though it was hot but it
looked as tho' the firemen could handle it. But at dawn a wind came
up and the flames (which they thought were subsiding) got suddenly
out of control — sweeping the block and heading toward the business
district. Before noon the whole city was doomed —

Beautiful thing
— the whole city doomed! And
the flames towering     

like a mouse, like
a red slipper, like
a star, a geranium,
a cat's tongue or —

thought, thought
that is a leaf, a
pebble, an old man
out of a story by

Pushkin     

Ah!

rotten beams tum-
bling,

    an old bottle

mauled


The night was made day by the flames, flames
on which he fed — grubbing the page
(the burning page)
like a worm — for enlightenment

Of which we drink and are drunk and in the end
are destroyed (as we feed). But the flames
are flames with a requirement, a belly of their
own that destroys — as there are fires that
smolder
smolder a lifetime and never burst
into flame


Papers
(consumed) scattered to the winds. Black.
The ink burned white, metal white. So be it.
Come overall beauty. Come soon. So be it.
A dust between the fingers. So be it.
Come tatterdemalion futility. Win through.
So be it.    So be it.

An iron dog, eyes
aflame in a flame-filled corridor. A drunkenness
of flames. So be it. A bottle, mauled
by the flames, belly-bent with laughter:
yellow, green. So be it — of drunkenness
survived, in guffaws of flame. All fire afire!
So be it. Swallowing the fire. So be
it. Torqued to laughter by the fire,
the very fire. So be it. Chortling at flames
sucked in, a multiformity of laughter, a
flaming gravity surpassing the sobriety of
flames, a chastity of annihilation. Recreant,
calling it good. Calling the fire good.
So be it. The beauty of fire-blasted sand
that was glass, that was a bottle: unbottled.
Unabashed.     So be it.



An old bottle, mauled by the fire
gets a new glaze, the glass warped
to a new distinction, reclaiming the
undefined. A hot stone, reached
by the tide, crackled over by fine
lines, the glaze unspoiled
Annihilation ameliorated: Hottest
lips lifted till no shape but a vast
molt of the news flows. Drink
of the news, fluid to the breath.
Shouts its laughter* crying out — by
an investment of grace in the sand
— or stone: oasis water. The glass
splotched with concentric rainbows
of cold fire that the fire has bequeathed
there as it cools, its flame
defied — the flame that wrapped the glass
deflowered, reflowered there by
the flame: a second flame, surpassing
heat

Hell's fire. Fire. Sit your horny ass
down. What's your game? Beat you
at your own game, Fire. Outlast you:
Poet Beats Fire at Its Own Game! The bottle!
the bottle! the bottle! the bottle! I
give you the bottle! What's burning
now,   Fire?

The Library?

Whirling flames, leaping
from house to house, building to building



carried by the wind

the library is in their path

Beautiful thing! aflame       

a defiance of authority
— burnt Sappho's poems, burned
by intention (or are they still hid
in the Vatican crypts?) :

beauty is
a defiance of authority :

for they were
unwrapped, fragment by fragment, from
outer mummy cases of papier macte inside
Egyptian sarcophagi     

flying papers
from old conflagrations, picked up
haphazard by thfe undertakers to make
moulds, layer after layer
for the dead

Beautiful thing

The anthology suppressed, revived even by
the dead, you who understand nothing
of this:

Dürer's Melancholy, the gears
lying disrelated to the mathematics of the
machine

Useless,

Beautiful thing, your
vulgarity of beauty surpasses all their
perfections!

Vulgarity surpasses all perfections
— it leaps from a varnish pot and we see
it pass — in flames!

Beautiful thing

—intertwined with the fire. An identity
surmounting the world, its core — from which
we shrink squirting little hoses of

objection — and
I along with the rest, squirting
at the fire

Poet.

Are you there?

How shall I find examples? Some boy
who drove a bull-dozer through
the barrage at Iwo Jima and turned it
and drove back making a path for the others —

Voiceless, his
action gracing a flame
—but lost, lost
because there is no way to link
the syllables anew to imprison him

No twist of the flame
in his own image : he goes nameless
until a Nik6 shall live in his honor —

And for that, invention is lacking,
the words are lacking:

the waterfall of the
flames, a cataract reversed, shooting
upward (what difference does it make? )

The language,

Beautiful thing— that I
make a fool of myself, mourning the lack
of dedication

mourning its losses,

for you

Scarred, fire swept
(by a nameless fire, that is unknown even
to yourself) nameless,

drunk.

Rising, with a whirling motion, the person
passed into the flame, becomes the flame —
the flame taking over the person

—with a roar, an outcry
which none can afford (we die in silence, we
enjoy shamefacedly— in silence, hiding
our joy even from each other
keeping

a secret joy in the flame which we dare
not acknowledge)

a shriek of fire with
the upwind, whirling the room away — to reveal
the awesome sight of a tin roof (1880)
entire, half a block long, lifted like a
skirt, held by the fire — to rise at last,
almost with a sigh, rise and float, float
upon the flames as upon a sweet breeze,
and majestically drift off, riding the air,
sliding

upon the air, easily and away over
the frizzled elms that seem to bend under
it, clearing the railroad tracks to fall
upon the roofs beyond, red hot
darkening the rooms
(but not our minds)

While we stand with our mouths open,
shaking our heads and saying, My God, did
ybu ever see anything like that? As though
it were wholly out of our dreams, as
indeed it is, unparalleled in our most sanguine
dreams     
The person submerged
in wonder, the fire become the person     

But the pathetic library (that contained,
perhaps, not one volume of distinction)
must go down also-

BECAUSE IT IS SILENT. IT
IS SILENT BY DEFECT OF VIRTUE IN THAT IT
CONTAINS NOTHING OF YOU

That which should be
rare is trash; because it contains
nothing of you. They spit on you,
literally, but without you, nothing. The
library is muffled and dead

But you are the dream
of dead men

Beautiful Thing!


No hay comentarios.:

Publicar un comentario