viernes, octubre 06, 2017

Ana Franco / Dos poemas














II
Puedes decir el mar cuando la noche media

Puedes decir el mar cuando la noche media
Ilustrar la caída, la baba de su pez y el aburrido verde en el salitre
o
en el imbécil mecanismo, índice de algas
puedes meterte en esa noche, sabotear su trenzado, distinguir un asiento del otro
medir con cuartas
la precisión de ese descenso
daltónico intercambio: ¿Puedes?
decir la noche cuando el mar se estrella
detenido recordar su remotísimo perfume
Tú,
que detestas,
habrás reconocido uno u otro silencio o el silencio, asiento de la noche
que garantiza el día y su constelación
en cuartas
de luz
de brillo que enceguece los olores del mar,
su perfume podrido.

Peligro de extinción, Carmina in Minima Re, Barcelona, 2012


Editores
(o escoge tu duda)

Atiendo
Lenta
Desatinadamente a lo que se me pide
¿Lo que se espera de mí?

Las editoriales hacen su esfuerzo: pulen el torpe diamantito
[aunque, sabemos, preferirían la narrativa o, al menos, la imagen clara, la sintaxis o un cuento de misterio]

Un vestido colgado del ropero…
: “Era lo desconocido”
Buuuuuuu

Hay que moverse muy rápido. Cambiar de forma.

Ahí el mercado con su boca gigante:
¿Quién llama? ¿Qué lo habita?
Tienes que estar en ese preparado de tu nombre
(ahí, para engañarlos
en esa maquinaria de afirmaciones).

Pero no tengo tanto que decir

La mano un poco seca, semi atada
o El dolor pequeñoburgués de quienes se atormentan con fantasmas
[el miedo de los imperialistas a una tercera guerra: su paranoia, confundidos por la televisión lentamente asentada en la cabeza: corte y quede]

Difiera entre adormecimiento y adormecimiento
¿O se construye en clave? (Si se construye en clave)

Prestigio de la mediocridad en botones de plástico dorado

Largo sueño sin luces en que documentamos el grito detenido

Alguien baja el volumen muy despacio

¿No hay nada que decir:
Cochinilla a quien su centro llama

[Afuera están los niños, su risa, su libertad para ignorarnos; no conocen aún la idea de ‘estructural’, y se ríen o nos miran porque, en realidad, solo quieren volver a sus pantallas]

Quizás no deba tratarse de uno mismo
es cuestión de mudar el escenario
Yo, en cambio, aspiro todavía a algún desacomodo:
la mesita de noche el horario de comida

El libro de las condiciones, inédito

Ana Franco (Ciudad de México, 1969)

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