jueves, agosto 10, 2017

Dante Alighieri / Purgatorio, Canto quinto
















Había ya de aquellas sombras partido,
y seguía las huellas de mi duca,
cuando detrás de mí, alzando el dedo,

una gritó: "¡Vean, no parece que trasluzca
el rayo de siniestra, el de más abajo,
y se conduce como si estuviera vivo!"

Los ojos volví al oír estas palabras,
y lo vi mirar como a una maravilla
hacia mí, hacía mí y hacia la luz partida.

"¿Por qué el ánimo tuyo allí se emplea?",
dijo el maestro, "que el andar demoras?
¿Qué te importa lo que allí gorjean?

"Ven detrás de mí, deja que la gente diga:
sé como torre a la que, por más que sople,
el viento no logra derribar la cima;

"que siempre el hombre en cuyo pensamiento
otro pensamiento brota, se aleja de la meta,
porque el ímpetu de uno al otro afloja".

¿Qué podía reponer, si no "voy"?
Lo dije, un poco del color cubierto
que a veces hace a un hombre digno.

Y en tanto, por la cuesta atravesando,
venían gentes delante de nosotros,
cantando Miserere, verso a verso.

Cuando vieron que no daba lugar
por mi cuerpo al paso de los rayos,
se hizo el canto un "oh!", ronco y largo;

y dos de ellos, como mensajeros,
corrieron hacia nosotros y demandaron:
"De vuestra condición, hacednos sabios".

Y mi maestro: "Pueden ir y contestarle
a quien los ha mandado
que el cuerpo de éste es carne verdadera.

"Si para ver su sombra se pararon,
como yo creo, ya tienen la respuesta:
háganle honor, que puede honrarlos".

Vapores encendidos no vi tan rápidos
al nacer la noche hender el sereno,
ni, sol menguando, nubes de agosto,

como aquellos regresaron más arriba;
y, junto con los demás, volvieron
a nosotros, como tropa ya sin brida.

"Esta gente que a nosotros viene es mucha,
y vienen a rogarte", dijo el poeta:
"pero tú camina, y andando escucha".

"Oh alma que vas a ser dichosa,
con los miembros con los que naciste",
venían gritando, "un poco el paso aquieta.

"Mira si a alguno de nosotros viste,
tal que de él allá lleves noticias;
ah, ¿por qué te vas? ah, ¿por qué no te detienes?

"Nosotros fuimos por la fuerza muertos,
y pecadores hasta la última hora;
entonces nos hizo sabios  la luz del cielo,

"tal que, arrepintiéndonos y perdonando,
de la vida salimos en paz con Dios
y el deseo de verlo nos aflige".

Y yo: "Por más que en sus rostros miro,
no reconozco a ninguno; mas, si les place
algo que pueda, espíritus bien nacidos,

"díganlo, y yo lo haré por esa paz
que, tras los pies de mi guía señalado,
de mundo en mundo me llevan a buscar".

Y uno comenzó: "Cada uno se fía
del beneficio tuyo sin jurarlo,
a menos que tu voluntad sea impedida.

"Por lo que yo, que ante los otros hablo, *
te ruego, si ves de nuevo aquel país
que está entre la Romaña y el de Carlos,

"que tú de tus ruegos me hagas cortesía
en Fano, tal que por mí se rece bien
para que pueda purgar las ofensas graves.

"De allí fui yo; mas los profundos agujeros
por los que salió la sangre en que vivía
me los hicieron en el seno de los Antenores,

"allá, donde más seguro creía estar:
el del Este lo mandó, que en ira me tenía,
mucho más de la que tolera la justicia.

"Pero si hubiese huido hacia la Mira,
cuando alcancé Oriaco,
todavía estaría donde se respira.

"Corrí al pantano, y las cañas y el barro
me atraparon de modo que caí; y de mis venas
vi hacerse en tierra un lago".

Luego dijo otro: "¡Ah, si el deseo
que te trajo al alto monte
se cumple, ayuda al mío!

"Yo fui de Montefeltro, soy Bonconte; **
Giovanna y otros de mí se olvidan;
por eso voy entre estos con la frente baja".

Y yo a él: "¿Qué fuerza, qué ventura,
te arrastró tan lejos de Campaldino,
que nunca se supo de tu sepultura?"

"¡Oh!", respondió, "al pie del Casentino
atraviesa una agua que se llama Arquiano,
que sobre el Eremo nace, en el Apenino.

"Adonde su nombre se hace vano,
llegué herido en la garganta,
huyendo a pie y enrojeciendo el llano.

"Allá perdí la vista y mi palabra
con el nombre de María terminó,
allí caí, y allí quedó mi carne sola.

"Te diré la verdad y dila entre los vivos:
el ángel de Dios me tomó, y el del infierno
gritaba: 'Oh tú, el del cielo, ¿por qué me privas?

"'¡Tú te llevas de este lo eterno;
por una lagrimita me lo niegas,
pero de lo otro haré gobierno!'

"Bien sabes cómo en el aire se recoge
aquel húmedo vapor que en agua llueve,
no bien sube donde lo toma el frío.

"Se juntó el mal querer, que quiere el mal,
con el intelecto, y movió nube y viento
por el poder que tiene su naturaleza.

"Entonces el valle, cuando se apagó el día,
desde Pratomagno al monte se cubrió
de niebla; y el cielo se hizo más pesado,

"tal que el denso aire se volvió agua;
cayó la lluvia y fue a las zanjas
todo lo que la tierra no absorbió;

"y como se juntó en grandes torrentes,
hacia el río principal tan velozmente
se arrojó, que nada pudo contenerla.

"Mi cuerpo helado, en su embocadura
encontró el nombrado Arquiano, y al Arno
lo empujó, y borró la cruz del pecho

"que yo hice cuando me venció el dolor;
me agitó por la orilla y por el fondo,
luego con sus presas me cubrió y ciñó."

"Ah, cuando hayas regresado al mundo,
y descansado de la larga vía",
siguió el tercer espíritu al segundo,

"acuérdate de mí, que soy la Pía: ***
Siena me hizo, me deshizo Maremma:
lo sabe aquél que, cuando era viuda,
volvió a desposarme con su gema".

Dante Alighieri (Florencia, Italia, 1265-Rávena, Italia, 1321), "Purgatorio", La Divina Comedia, traducción y notas de Jorge Aulicino, Edhasa, Buenos Aires, 2015

Ilustración: "Ricorditi di me, che son la Pia" (detalle), Gustav Doré, 1861

Ref.: Dante Online

* Jacopo da Cassero, jefe güelfo, a quien hizo matar Azón II de Este a fines del 1200 en las ciénagas de Oriaco, cerca de Padua, fundada mitológicamente por Antenor, es el primero que habla en nombre de las almas de los que murieron violentamente. La figura "la sangre en la que vivía" alude, según los comentaristas, a la creencia, fundada en Empédocles, de que la sangre es la sede del alma.

** Hijo del conde Guido de Montefeltro (ver Infierno, XXVII). Combatió en 1289 en Campaldino, donde se supone murió, aunque su cuerpo nunca fue encontrado. Dante participó de esa batalla del lado de los florentinos güelfos. Sin embargo, es posible que, hacia el tiempo en que escribió la Comedia, simpatizara con los gibelinos de Montefeltro, según la interpretación que hacen algunos comentaristas a ciertas alusiones del primer Canto del Infierno (ver nota correspondiente). El hijo de Montefeltro está tan avergonzado de que su mujer y demás deudos no lo recuerden, que marcha con la frente baja, incluso entre quienes fueron sus enemigos.

*** Pia Tolomei, dama de Siena, casada en segundas nupcias con Pannochieschi, señor del castillo de Pietra, quien la arrojó en 1295 por una ventana a las marismas. La historia, hecha de las habladurías de la época, supone que su nuevo marido la creía infiel, o que en verdad quería casarse con una nueva heredera, rica y hermosa, aunque no lo consiguió. Con la breve aparición del personaje en los últimos versos de este canto, Dante convierte el relato de "la Pía" en uno de los más conmovedores de la Comedia. Su ruego elemental (“acuérdate”, pues no tiene quien ruegue por ella) y su conciso "Siena me hizo, me deshizo Maremma", contrastan marcadamente con los ornamentados relatos que de sus penurias hacen Cassero, y, sobre todo, Montefeltro. El artículo “la” antepuesto al nombre tiene especial resonancia familiar en la Argentina.


II,v

Io era già da quell’ombre partito,
e seguitava l’orme del mio duca,
quando di retro a me, drizzando ’l dito, 3

una gridò: "Ve’ che non par che luca
lo raggio da sinistra a quel di sotto,
e come vivo par che si conduca!". 6

Li occhi rivolsi al suon di questo motto,
e vidile guardar per maraviglia
pur me, pur me, e ’l lume ch’era rotto. 9

"Perché l’animo tuo tanto s’impiglia",
disse ’l maestro, "che l’andare allenti?
che ti fa ciò che quivi si pispiglia? 12

Vien dietro a me, e lascia dir le genti:
sta come torre ferma, che non crolla
già mai la cima per soffiar di venti; 15

ché sempre l’omo in cui pensier rampolla
sovra pensier, da sé dilunga il segno,
perché la foga l’un de l’altro insolla". 18

Che potea io ridir, se non "Io vegno"?
Dissilo, alquanto del color consperso
che fa l’uom di perdon talvolta degno. 21

E ’ntanto per la costa di traverso
venivan genti innanzi a noi un poco,
cantando ’Miserere’ a verso a verso. 24

Quando s’accorser ch’i’ non dava loco
per lo mio corpo al trapassar d’i raggi,
mutar lor canto in un "oh!" lungo e roco; 27

e due di loro, in forma di messaggi,
corsero incontr’a noi e dimandarne:
"Di vostra condizion fatene saggi". 30

E ’l mio maestro: "Voi potete andarne
e ritrarre a color che vi mandaro
che ’l corpo di costui è vera carne. 33

Se per veder la sua ombra restaro,
com’io avviso, assai è lor risposto:
fàccianli onore, ed esser può lor caro". 36

Vapori accesi non vid’io sì tosto
di prima notte mai fender sereno,
né, sol calando, nuvole d’agosto, 39

che color non tornasser suso in meno;
e, giunti là, con li altri a noi dier volta,
come schiera che scorre sanza freno. 42

"Questa gente che preme a noi è molta,
e vegnonti a pregar", disse ’l poeta:
"però pur va, e in andando ascolta". 45

"O anima che vai per esser lieta
con quelle membra con le quai nascesti",
venian gridando, "un poco il passo queta. 48

Guarda s’alcun di noi unqua vedesti,
sì che di lui di là novella porti:
deh, perché vai? deh, perché non t’arresti? 51

Noi fummo tutti già per forza morti,
e peccatori infino a l’ultima ora;
quivi lume del ciel ne fece accorti, 54

sì che, pentendo e perdonando, fora
di vita uscimmo a Dio pacificati,
che del disio di sé veder n’accora". 57

E io: "Perché ne’ vostri visi guati,
non riconosco alcun; ma s’a voi piace
cosa ch’io possa, spiriti ben nati, 60

voi dite, e io farò per quella pace
che, dietro a’ piedi di sì fatta guida,
di mondo in mondo cercar mi si face". 63

E uno incominciò: "Ciascun si fida
del beneficio tuo sanza giurarlo,
pur che ’l voler nonpossa non ricida. 66

Ond'io, che solo innanzi a li altri parlo,
ti priego, se mai vedi quel paese
che siede tra Romagna e quel di Carlo, 69

che tu mi sie di tuoi prieghi cortese
in Fano, sì che ben per me s’adori
pur ch’i’ possa purgar le gravi offese. 72

Quindi fu’ io; ma li profondi fóri
ond’uscì ’l sangue in sul quale io sedea,
fatti mi fuoro in grembo a li Antenori, 75

là dov’io più sicuro esser credea:
quel da Esti il fé far, che m’avea in ira
assai più là che dritto non volea. 78

Ma s’io fosse fuggito inver’ la Mira,
quando fu’ sovragiunto ad Orïaco,
ancor sarei di là dove si spira. 81

Corsi al palude, e le cannucce e ’l braco
m’impigliar sì ch’i’ caddi; e lì vid’io
de le mie vene farsi in terra laco". 84

Poi disse un altro: "Deh, se quel disio
si compia che ti tragge a l’alto monte,
con buona pïetate aiuta il mio! 87

Io fui di Montefeltro, io son Bonconte;
Giovanna o altri non ha di me cura;
per ch’io vo tra costor con bassa fronte". 90

E io a lui: "Qual forza o qual ventura
ti travïò sì fuor di Campaldino,
che non si seppe mai tua sepultura?". 93

"Oh!", rispuos’elli, "a piè del Casentino
traversa un’acqua c’ ha nome l’Archiano,
che sovra l’Ermo nasce in Apennino. 96

Là ’ve ’l vocabol suo diventa vano,
arriva’ io forato ne la gola,
fuggendo a piede e sanguinando il piano. 99

Quivi perdei la vista e la parola;
nel nome di Maria fini’, e quivi
caddi, e rimase la mia carne sola. 102

Io dirò vero, e tu ’l ridì tra ’ vivi:
l’angel di Dio mi prese, e quel d’inferno
gridava: "O tu del ciel, perché mi privi? 105

Tu te ne porti di costui l’etterno
per una lagrimetta che ’l mi toglie;
ma io farò de l’altro altro governo!". 108

Ben sai come ne l’aere si raccoglie
quell’umido vapor che in acqua riede,
tosto che sale dove ’l freddo il coglie. 111

Giunse quel mal voler che pur mal chiede
con lo ’ntelletto, e mosse il fummo e ’l vento
per la virtù che sua natura diede. 114

Indi la valle, come ’l dì fu spento,
da Pratomagno al gran giogo coperse
di nebbia; e ’l ciel di sopra fece intento, 117

sì che ’l pregno aere in acqua si converse;
la pioggia cadde, e a’ fossati venne
di lei ciò che la terra non sofferse; 120

e come ai rivi grandi si convenne,
ver’ lo fiume real tanto veloce
si ruinò, che nulla la ritenne. 123

Lo corpo mio gelato in su la foce
trovò l’Archian rubesto; e quel sospinse
ne l’Arno, e sciolse al mio petto la croce 126

ch’i’ fe’ di me quando ’l dolor mi vinse;
voltòmmi per le ripe e per lo fondo,
poi di sua preda mi coperse e cinse". 129

"Deh, quando tu sarai tornato al mondo
e riposato de la lunga via",
seguitò 'l terzo spirito al secondo, 132

"ricorditi di me, che son la Pia;
Siena mi fé, disfecemi Maremma:
salsi colui che ’nnanellata pria 135

disposando m’avea con la sua gemma".

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